La planta baja se concibe como un intercambiador urbano, un espacio devuelto a la ciudad que integra elementos de uso público como el espacio para bicicletas o buzones inteligentes, y genera un espacio flexible que permite el adecuado desarrollo de actividades heterogéneas en su interior. Las plantas superiores albergan usos igualmente públicos, pero estructurados en un gradiente progresivo de privacidad y silencio.
Las estrategias bioclimáticas junto con la introducción de equipos de climatización de alto rendimiento permiten justificar más del 70% del ahorro de la energía primaria no renovable, llegando a ser un edificio de consumo casi nulo.